Del 30 de noviembre 2017 al 17 de marzo, 2018
Aunque los materiales que emplea están condicionados por la mezcla substractiva del color pigmento, el artista lleva al límite la tensión que ejerce sobre la articulación del lenguaje y sobre la misma opacidad el medio pictórico.
Los colores individuales modelan y gestionan la luz al extenderse sobre la tela horizontal a base de capas traslúcidas superpuestas. Su técnica conlleva lentos procesos de aplicación de las resinas acrílicas, de forma que la permeabilidad del conjunto de capas define la retención de la luz y la vibración del color en ese lugar que el artista ha definido como the distance within.
Tide Marks, la obra que da título a la exposición, plantea un espacio narrativo que utiliza modulaciones cromáticas en lugar de claroscuro para definir secuencias y pasajes. Las formas emergen del fondo blanco solamente por medio de la presencia del color. El cuadro, casi convertido en fragmento mural en virtud de la plenitud luminosa de su mitad inferior, parece detenerse justo un momento antes del fundido a blanco. Aunque todas las evidencias del gesto y la materialidad desaparecen bajo la irradiación del color, su huella se puede detectar sin embargo en las líneas que son también el registro de las capas depositadas.
Las obras en Tide Marks parten de una lectura crítica de imágenes ópticas de espacios abiertos proyectadas por una lente a mano alzada en la penumbra de un espacio interior. El temblor de la luz y la ausencia de oscuridad desvanecen los contornos de las formas y los colores se hacen atmosféricos y se aclaran con la superposición de otros. Los colores respiran buscando límites y definición hasta desaparecer prácticamente anegados por la luz. El ojo puede percibir, sin apenas profundidad de campo, espacios que se saben amplios y complejos. Estas proyecciones, creadas en la niñez, eran una forma inicial de interpretar el mundo, y en cierto sentido eran también las primeras pinturas hechas por el artista. De espaldas a la ventana y frente a una imagen reducida del paisaje, la mirada de Irazábal empezaba a ensancharse y a tomar distancias respecto a la observación directa del mundo: "... spatia montes in cubiculo dilatantia". Los espacios que dilatan los montes hasta la misma habitación, escribió Plinio el Viejo aludiendo a los paneles pintados con que se decoraban las estancias. La pintura expande el mundo y lo desplaza al atravesarlo con la mirada y los sueños humanos.